martes, 19 de abril de 2016

Mami, mami, mami


La Conejita ya va a la escuela. Ya en otro post tendré la oportunidad de hablar de ello, lo importante ahora es que justo el día hoy, tuve que llevarla en la carreola porque mi espalda no daba más (siempre la llevo en un portabebé a la espalda). Ella decidió llevar una vaquita de foamy (goma eva) para el paseo, y luego de varias cuadras, cuando me asomé a ver qué tal iban ella y la vaquita, no la tenía.

—¿Qué pasó con la vaca? —exclamé con sorpresa.

—No la quería—, contestó ella, como si uno nomás tirara por la borda todo lo que no quiere.

Suspiré. No iba a desandar seis cuadras cuesta arriba para buscar la vaquita, así que seguí nomás hasta el jardín de niños, la dejé y me volví en camión, que justo hace el mismo recorrido que habíamos hecho más temprano, de ida. Miraba por la ventanilla y de pronto ahí estaba la vaquita, justo donde termina la cuesta que baja desde nuestro barrio al parque. Me bajé del camión, caminé aprisa, llegué al pie de la cuesta y recogí la vaquita y me volví cuesta arriba a mi casa, con la pinche vaca sucia y pisada y mojada, caminando bajo la lluvia.

Eso es ser madre, ¿no? Tratar de enmendar las estupideces, voluntarias o no, de nuestros hijos, cueste lo que cueste. Ahora sólo pienso en todo lo que le debo a mi mamá.