lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Qué rayos es un fular?

Seguro más de uno de ustedes, queridos lectores, se estarán haciendo esta pregunta. Y si no, y no saben lo que es un fular, ya va siendo hora de que lo sepan. Para no usar eufemismos, diré que un fular es un pedazo de tela, larga como la vida, que sirve para amarrarse a un bebé al cuerpo. Desde luego, puesto en esos términos, suena espantoso: como una especie de tortura para dos en donde no se sabe quién lo pasa peor, si el bebé atado o uno que lo lleva cual lapa pegada al cuerpo. Pero en realidad es algo bastante adorable de ver y de usar.

La verdad, yo tampoco sabía lo que era un fular hasta que una serie de afortunadas coincidencias me llevaron a UPA Porteando Amor, en donde me contacté con Nati Gerónimo (a quien por cierto le agradezco el fular, el curso exprés para usarlo y el mantenernos en contacto para despejar mis dudas), y la idea de usar uno fue más bien de mi marido, que seguro ya no se acuerda, pero vimos a las chicas de UPA en la feria de artesanos de Ciudad de Nieva y él dijo “mira, para cuando nazca lo lleves ahí”, cuando no tenía yo ni dos meses de embarazo. Es el tipo de cosas que hace mi marido: darme ideas y luego olvidarse, porque cuando ya había nacido Amelia y yo quería un fular, le mostré un video y me dijo muy preocupado que cómo acabarían las patitas del pobre niño, amén de que le preocupaba cómo podría respirar.

En realidad, usar un fular es muy cómodo. Se adapta según va creciendo el niño, es relativamente fácil de poner (después de un par de veces en las que quedas enrollada con tu bebé como si te hubiese atrapado una araña), te deja las manos libres para hacer otras cosas sin despegarte de tu gordito o gordita, y además el bebé en cuestión va feliz, recordando cosas de antes de la vida, como por ejemplo, el trajín de todos los días que solía arrullarlo, el sonido del corazón de mamá, su aroma y su contacto.

Y además, hay muchas formas de llevarlo. Amelia y yo apenas hemos aprendido a usar un par de nudos, pero probaremos otros conforme nos sintamos más seguras. A mi conejita le encanta pasear como un cangurito en su bolsa. ¡Fue la mejor inversión, sin duda!

Aquí les dejo la galería de videos de Kangura, son muy instructivos, por si les interesa saber más sobre cómo se usan los fulares. Y ya después les contaré sobre las reacciones que provoca vernos con el fular.

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