jueves, 10 de octubre de 2013

¿Bebé vegetariana o no?

Luego de hablar de mi embarazo vegetariano, y de insinuar que Amelia podría ser criada de esa forma, una de mis amigas sugirió “ojalá la dejes probar de todo y luego que ella decida”. Como es el tipo de argumento que nos echa a andar a nosotros los eticistas (especialistas en ética, lo que sea que eso signifique), me quedé pensando en eso, y ahora comparto algunas ideas, nada más porque sí.

Hay que decir que el vegetarianismo puede ser defendido desde varias posturas, y no porque necesite una defensa, sino porque en nuestros países occidentalizados la norma no es evitar los cárnicos, así que necesitamos justificar esa omisión, sobre todo ante nosotros mismos. Algunos lo defienden por que hay que tener una consideración moral hacia otros seres sintientes, y comerlos no es precisamente muy considerado. Otros, por una cuestión ecológica: la industria cárnica es la más contaminante del mundo (mi marido dirá que no, pero chequen Home y después hablamos), así que aportan su granito de arena no consumiendo carne. A mí lo que me convenció es una cuestión de salud: desde que no como carne, hace ya unos cuatro años, duermo mejor, me siento con más energía, mejoraron mi cabello y mi piel, perdí peso, y en general me siento mucho mejor. El argumento de salud a mí me convence y me hace pensar que debería criar a mi hija en el vegetarianismo por esa misma razón.

¿Qué hay con el “déjala probar de todo y que ella decida”? Cuando digo que no, que ella no va a decidir porque va a hacer lo que yo quiera porque soy su madre, etcétera, etcétera, no es porque me salga la derecha represora (como piensa mi marido), sino una cuestión lógica, más bien. Por llevar el argumento al extremo, podría preguntar: ¿Por qué no celebramos el Ramadán, el Hanukkah y la Navidad y dejamos que ella decida si quiere ser musulmana, judía o católica? Sencillamente porque no somos ni judíos ni musulmanes, somos católicos y celebramos la Navidad, y seguramente Amelia va a esperar a Santa en nochebuena. Como no me siento capaz de enseñarle a mi hija cosas que no practico o desconozco, no voy a celebrar el Ramadán y tampoco le voy a dar carne.

A nivel argumental, esa sería la respuesta lógica. Todavía no decido si Amelia será criada vegetariana, faltan algunos meses para que siquiera pueda probar alimentos sólidos, pero creo que el ejercicio mental me hacía falta: en este tipo de discusiones no se le puede ganar a un bebé de tres meses. Con los lectores es un poco más fácil.

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