jueves, 17 de octubre de 2013

¿Qué tienes ahí?


Más exactamente, la pregunta es “¿qué tenés ahí?”, y es la pregunta inevitable cuando la gente me ve con Amelia cargada en el fular como un cangurito. Hay quieres amplían: “¿mascota o bebé?”, y no faltan los que insisten en asomarse para cerciorarse de que se trata de un bebé y quieren ver cómo viaja. A mí ya hasta me parece normal que en una salida cualquiera, por muy cerca o lejos que vaya, al menos una persona se acerque a preguntar sobre el fular y me haga conversación al respecto.

A las que más les despierta curiosidad es a las mujeres: parece que ese es el efecto que tienen todos los cachorros, humanos y no humanos, en nosotras (de ahí que pasear un perrito sea un imán para atraer chicas, ojo solteros). Después de vernos a Amelia y a mí, concluyen que ella va muy a gusto, muy calientita, muy feliz, y sí, todo eso es verdad: a mi Conejita le encanta salir a pasear en el fular, pero además tiene otras ventajas, según me informan.

Dicen que si los bebés humanos no necesitasen ser cargados, sabrían caminar desde nacer, igual que el resto de los cachorros animales. Es decir, contrario a la creencia de que el bebé debe pasar tiempo sobre la cuna, sobre la carriola, sobre la sillita, (aunque esté morado de tanto llorar), el bebé necesita ser cargado, y por eso un fular o algún otro método de porteo son ideales. Según se dice, un bebé que es porteado (o cargado), desarrolla más confianza y seguridad en sí mismo y en su cuidador, ayuda con los cólicos, ayuda con el desarrollo de su postura, entre otros beneficios que pueden ustedes consultar aquí -> http://tinyurl.com/n2db9ux

Yo no sé si mi neurosis se debe a que mi mamá nunca me llevó en un fular, pero por las dudas, mi Conejita viajará ahí mientras me dé la espalda para alzarla, aunque todo el mundo me dice que debería dejarla llorar y no alzarla (imagino que esperan que la atienda con mi poderosa telequinesis, ja). Además, me gusta que la gente que nos ve en la calle se sorprende y, por lo menos, se sonríe. Es gratificante provocar sonrisas.

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